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Las huellas, las canciones y el asombro de la tierra

Es increíble saber, y a veces sirve de consuelo recordarlo, que por esta tierra en la que caminamos caminaron también muchas otras (mujeres, animales, insectos) en distintas eras geológicas. Por aquí mismo, en este camino que recorres a diario. En esta misma tierra donde una a veces sufre, sufrieron también otras tantas.

Es terrible. Nadie debería venir a la tierra a sufrir, claro, pero hay algo hermoso en constatar que todo esto lo vivieron también otras y, como muchas, también, aprendieron a pasar por todo ello con amor, con dignidad. Con rabia. Con desdén. Con todas las cosas que nosotras sentimos.

Esto lo pensé leyendo La canción detrás de todas las cosas, el libro de la escritora mexicana Gabriela Damián Miravete publicado por la editorial Elefanta en México apenas el año pasado.

Este es, en teoría, un libro de cuentos, pero cada texto está entretejido con el otro para abordar de una manera preciosista y asombrosa las mil capas por las que ha caminado el ser humano a través del tiempo y de las miles de transformaciones que han tenido los otros seres minerales, vegetales, animales y del reino fungi que han habitado con nosotros aquí. De alguna manera, rara, les hemos sobrevivido para seguir descifrando el misterio sinfín de este lugar al que llamamos nuestra casa.

La más grande proeza del libro, en mi opinión, es que observa todo esto con una claridad inusitada, una que solo pueden mirar aquellas que no se rehúsan a la maravilla del asombro.

La estructura del libro es compleja y su trama, compuesta de muchos personajes de distintas especies, varios que se aparecen constantemente para darle respuestas al lector sobre su habitar la tierra –de manera respetuosa, de manera amorosa o de manera extractivista–, está atada con lazos finísimos.

Cada texto está relacionado con el otro porque nosotras las que leemos estamos conectadas también con las que ya no están, con las que descubrieron o están a punto de descubrir varias preguntas fundamentales sobre la existencia. Propone una forma de ver la vida como un viaje constante en el tiempo. Alguien que toca el muro de una gruta que fue tocada por otras tantas veces y que, a su manera, está siendo tocada constantemente.

No es poco común que conforme nos vayamos haciendo viejas, vayamos perdiendo con el tiempo la capacidad de asombrarnos. Eso me persiguió a lo largo de la lectura.

Ya no podemos, sobre todo, expresarlo. Sentir esa emoción vital de descubrir un secreto que se trata de nosotros, una forma de entender el mundo, por ejemplo. Cuando éramos niños y niñas, en cambio, el asombro era una moneda de cambio diaria. Ibas descubriendo cómo pasaban las cosas y en ese sobresalto de aprender algo nuevo, por fin, nos íbamos sintiendo más sabios, menos ignorantes.

Traigo esto a colación porque creo que el libro de la autora mexicana Gabriela Damián Miravete es de alguna manera una oda al asombro y al papel que tiene el asombro cuando hablamos de ciencia, de historia, de geología. Me parece que la autora habla de esto de la única manera en la que se puede abrir una puerta de esa magnitud: a través de la ficción. Es con las posibilidades expansivas de la ficción que uno puede entrar a eso que esconde la tierra en las varias eras geológicas que se agolpan en su corazón, incluso en las grietas más ocultas.

X: @alecarrillogl

jl/I