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Un México violento
Porque nos la quitaron
En 1963, muchas décadas después de los esfuerzos de Lockyer, un intento más exhaustivo por comprender la astronomía de Stonehenge involucró tanto a la Luna como al Sol en las alineaciones del monumento. El Dr. Gerald S. Hawkins, astrónomo y naturalizado estadounidense, analizó las alineaciones entre las características de las fases individuales del desarrollo de Stonehenge en una computadora y descubrió que se marcaba un conjunto prácticamente completo de extremos de los horizontes solar y lunar
Edwin C. Krupp, ‘Echoes of the Ancient Skies, the astronomy of lost civilizations’, Dover Pub. Inc., Mineola, NY (2003), p. 217-218
Sin duda, una de las construcciones más enigmáticas realizada por el género humano es la peculiar distribución de monolitos conocida como Stonehenge, ubicada en lo que ahora es Inglaterra, y nos da cuenta del esfuerzo y trabajo realizados por la antigua comunidad que los transportó, modeló y dispuso de tal manera que, además de las funciones ceremoniales que pudo tener también da cuenta del paso de objetos celestes por puntos específicos del horizonte en esa localidad con lo cual se puede determinar el cambio de las estaciones.
Como ya lo escribí en esta columna (ver El Diario NTR, El pegaso de Sigüenza, 24 de junio de 2018) en Jalisco también tenemos nuestro “Stonehenge región 4” en el cerro de Las Águilas, cercano a la población de Cuautla, sin embargo, en este caso se ha perdido la oportunidad de estudiarlo desde la perspectiva arqueológica, a decir del recordado maestro Otto Schöndube, pues los múltiples visitantes han roto el contexto arqueológico.
El sitio arqueoastronómico de Inglaterra fue reconocido en 1986 como parte del patrimonio cultural de la humanidad al ser inscrito por la UNESCO en la lista respectiva (ver https://whc.unesco.org/en/list/373/) en la descripción nos mencionan: “Stonehenge es el círculo de piedras prehistórico arquitectónicamente más sofisticado del mundo”. En una breve nota publicada en 1869 el anónimo autor menciona: “Los druidas en su construcción de Stonehenge demostraron sus conocimientos de astronomía” (Astronomical register, vol. 7, p. 203).
Fue hasta el siglo pasado cuando el radioastrónomo de origen inglés (Great Yarmouth, 1928) Gerald Stanley Hawkins, auxiliado de una computadora electrónica, encuentra las correspondencias de los elementos del conjunto de monolitos y puntos extremos de los horizontes lunar y solar, publica su estudio en la revista Nature (Num. 200, 306–308, 1963); posteriormente en otro artículo precisa: “Las alineaciones astronómicas son indudables, pero los aspectos informáticos son especulativos. He descrito ambos con más detalle en mi libro” (Stonehenge Physics, Physics Today, Vol. 19, Num. 4, 1966, p. 38), el título del libro escrito en colaboración con John B. Withe es Stonehenge Decoded.
Edwin C. Krupp escribe en el obituario de Hawkins: “Murió repentina e inesperadamente de un ataque cardíaco el 26 de mayo de 2003 en Hawkridge Farm, en Virginia, cerca de Washington, D.C.”.
X: @durrutydealba
jl/I