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‘Bailarina’, al ritmo de las fórmulas de Hollywood

Buenas noticias para los amantes del cine de acción. Este jueves se estrenó Bailarina, el nuevo spin-off de la saga John Wick, así que ya sabes lo que puedes esperar. El filme lo protagoniza Ana de Armas como Eve Macarro, una joven asesina entrenada por el clan Ruska Roma.

Len Wiseman dirige la cinta y se conecta con el universo central iniciado por Keanu Reeves, aunque busca establecer su propio tono e identidad dentro del mismo mundo. Después de una secuencia inicial en la que su padre muere, Eve es acogida por la directora de una escuela de ballet (Anjelica Huston), donde se forma tanto en danza como en combate.

La película sitúa su narrativa entre los eventos de la tercera parte, con el propio Wick, quien aparece brevemente para reforzar los vínculos con la saga, al igual que Winston (Ian McShane) y Charon (Lance Reddick).

Sin embargo, Bailarina traza su propio camino al centrar el conflicto en Eve, quien busca respuestas sobre su pasado y venganza por la pérdida de su familia. La película incluye homenajes a cintas como Nikita, incluso con un cameo de Anne Parillaud, actriz del clásico francés.

Ana de Armas demuestra habilidad física y credibilidad en las secuencias de acción, algo que ya había probado en otras producciomes como Sin tiempo para morir o El hombre gris. No obstante, su personaje carece de profundidad emocional. Si bien se insinúan conflictos internos –como la dificultad de matar en sus primeras misiones o la pérdida de una hermana–, estos no se desarrollan a fondo, lo que deja la sensación de una evolución incompleta.

El guion, a cargo de Shay Hatten y Derek Kolstad, introduce giros que resultan predecibles y poco efectivos, especialmente hacia el clímax. La historia tiene recursos ya conocidos en el universo John Wick, pero sin aportar una perspectiva renovada. Aunque se plantean conflictos éticos o emocionales, la narrativa los abandona en favor de la acción, desaprovechando momentos con potencial para enriquecer al personaje.

A nivel visual, ofrece algunas secuencias destacables e incluso hay un par que jamás se habían visto en una cinta de acción. Una pelea en una discoteca, con juegos de luces neón y estilización extrema, resalta como una de las mejores escenas del filme. También sobresale el final, donde Eve, armada con un lanzallamas, se abre paso entre enemigos, evocando el estilo violento y estilizado propio de Wick.

No obstante, fuera de estas escenas, la película se ve sobrecargada por una trama débil y personajes secundarios desaprovechados. La participación de Norman Reedus es casi anecdótica y Gabriel Byrne, en el rol de un jefe criminal, pasa gran parte de su tiempo en pantalla haciendo amenazas telefónicas.

Bailarina intenta ser muchas cosas: precuela, homenaje, expansión de mitología, historia de redención y vehículo de acción. En ese intento, pierde consistencia. Pese a ello, destaca la actuación de De Armas y el regreso de figuras clave como McShane y Reddick, así como el trabajo sonoro de Tyler Bates y Joel J. Richard, que da continuidad estética al conjunto.

Bailarina danza al ritmo de las fórmulas hollywoodenses, alimenta una franquicia que no siempre encuentra razones narrativas sólidas para seguir creciendo.

Quizás, con un guion más afinado y mayor desarrollo de personajes, una futura secuela pueda convertir a Eve Macarro en una figura tan icónica como la del propio John Wick.

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jl/I