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Inspiración: Amadou et Mariam, siempre

PÉRDIDA. La muerte del guitarrista y cantante Amadou Bagayoko deja un gran vacío en la industria. (Foto: Especial)

La madrugada del sábado llegó con una noticia amarga para los amantes de la música: Amadou Bagayoko, guitarrista y cantante del dúo maliense Amadou & Mariam, fallecó el viernes por la tarde en Bamako, Malí, a los 70 años. Una publicación en la cuenta de Instagram de Gambeat anunció las malas nuevas. Gambeat, nombre de batalla del guitarrista, bajista y dj, es bien conocido por sus colaboraciones con Manu Chao, relación que es longeva pero su hito más claro fue cuando en 2004 produjo el álbum Dimanche à Bamako, que proyectó su música a una escala global.

Amadou fue mucho más que un músico excepcional. Junto con Mariam Doumbia, su compañera de vida y de escenario, tejió una propuesta artística profundamente honesta: una música que partía de la raíz africana pero dialogaba sin prejuicios con el pop, el rock, el reggae y la electrónica. Esto es evidente en la larga lista de colaboraciones que realizaron. Lejos de los clichés de la “fusión”, su obra construyó un lenguaje propio, en el que la guitarra tenía un papel igual de importante que las voces.

Nacido en Bamako el 24 de octubre de 1954, Amadou perdió la vista en la adolescencia. Fue en el Instituto para Jóvenes Ciegos donde conoció a Mariam. A partir de entonces, comenzaron una colaboración que se convirtió en una de las historias más inspiradoras de la música contemporánea.  Dimanche à Bamako marcó un antes y un después en la atención internacional de la música africana y al que le siguió Welcome to Mali (2008), que confirmó su capacidad de reinvención y sofisticación sonora.

Amadou et Mariam lanzaron una decena de discos entre 1999 y 2024, aunque su carrera juntos inició en 1980. Tuvieron momentos memorables en grandes escenarios como Glastonbury o Coachella, y en el concierto en honor a Barack Obama al recibir el Premio Nobel de la Paz en 2009. Sus colaboraciones abarcan de Bertrant Cantat, a Damon Albarn, y compartieron escenario lo mismo con Stevie Wonder que con Coldplay. Aun así nunca perdieron esa esencia cercana. En 2012 se presentaron en Guadalajara en el Teatro Diana. Su concierto dejó una huella imborrable en quienes lo presenciamos, verlos aparecer en escena con su vestimenta venida de la tradición africana, con grandes detalles en dorado, al igual que sus lentes fue avasallador.

La guitarra de Amadou era un resumen de los siglos de músicas y culturas que conviven en Malí, y la voz luminosa de Mariam era al mismo tiempo fresca y milenaria.

La muerte de Amadou es una gran pérdida no solo para Malí, sino para todos los que reconocemos en la música una vía de entendimiento cultural. Amadou era un puente de lo ancestral y lo moderno, lo íntimo y lo colectivo, lo africano y lo universal. Su legado queda como una invitación a seguir creyendo en la música como lenguaje que nos reúne. Y, aunque Amadou ya no esté en este plano, siempre serán juntos, siempre Amadou et Mariam.

jl/I