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El lado ambiental de la migración

La migración en la naturaleza es muy importante. Animales, hongos y plantas migran de muchas maneras beneficiando (la más de las veces) al planeta. Por ejemplo, los salmones fertilizan a las aguas dulces con nutrientes oceánicos, en su recorrido del mar a los ríos. Las tortugas marinas, como la golfina que llega a playas mexicanas, viajan anualmente de mil a 2 mil 500 kilómetros, hasta sus playas de anidación. En su trayecto va pastando en las praderas marinas, limpiando los mares. Las aves son un gran ejemplo de migración relevante. Se calcula que 40 por ciento de las aves de México son migratorias. Muchas viajan desde el norte hasta el sur del continente, aliviando de plagas y dispersando las semillas de árboles, como de plantas diversas.

En el caso de las migraciones humanas también se han dado de manera natural desde la prehistoria. Ahora mismo hay poblaciones que se desplazan a otros lugares para desarrollarse en otros contextos enriqueciendo a las culturas con sus costumbres y formas de ver la vida. Migrar es natural en nuestra vida animal.

Sin embargo, en el presente global, las migraciones se han magnificado forzadamente debido a la violencia, a la pobreza y a la devastación ambiental. En América Latina, según el informe de Internal Displacement Monitoring Centre, en 2021 se movilizaron más de 13 millones de personas por desastres naturales. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, calcula que, en 30 años, los desplazados ambientales sumarán 19 millones.

Las movilizaciones forzadas ambientales azotan especialmente en zonas donde habitan comunidades indígenas. Al obligarse a cambiar de sitios, pierden su cultura y los saberes que han aprendido milenariamente al manejar su territorio. La sequía en México azota a las comunidades seris y yaquis en Sonora, a las comunidades rarámuri en Chihuahua y al pueblo wixárika en Nayarit y Jalisco.

Entre otras cosas, lo que nos dice el presente es que los eventos naturales que ahora toman más fuerza por los desequilibrios planetarios (inundaciones, huracanes, incendios, contaminación de suelo, aire, agua) movilizarán a más personas dentro (y fuera) del país. Por ello se deben invertir recursos y esfuerzos en nuestra nación con acciones de regeneración, remediación y restauración ambiental. Lo anterior supone trabajar educativamente con las comunidades para que conozcan qué hacer antes y después de un evento natural de grandes magnitudes, pero también para manejar las causas y las estrategias ambientales que los pueden mitigar y prevenir.

La población en general debemos leer los eventos naturales mirando al futuro. Por ejemplo, si permitimos que un incendio llegue a grandes magnitudes, sabremos que en los meses siguientes (lluviosos) habrá problemas de deslizamiento de las tierras, escurrimientos de lodos e inundaciones que debemos prever con acciones de protección de bosques, de cauces y de cuerpos de agua.

Países como el nuestro deberán cambiar el discurso optimista de la migración como captador de divisas, por generar estrategias comunitarias para conservar las poblaciones en sus territorios, y con ello conservar la naturaleza y los saberes ambientales milenarios creados en México.

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