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Rezago
Mejor restar
La disculpa pública de una autoridad por fallar en proteger a los ciudadanos tiene efectos sociales y psicológicos importantes, como la dignificación y satisfacción de las víctimas al reconocer formalmente el daño y la violación de sus derechos.
Psicológicamente, la disculpa puede iniciar la sanación de las heridas emocionales al validar su experiencia y brindar un sentido de justicia, lo que fomenta la confianza en las instituciones.
Socialmente, la disculpa pública simboliza una reparación del daño y un compromiso de no repetición, aunque la efectividad depende de que vaya acompañada de acciones concretas que restauren la confianza social y aseguren el cumplimiento de los deberes de protección.
A la luz de lo anterior, parece muy poca cosa que el anterior responsable del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, se haya disculpado públicamente con las víctimas del incendio de una estación migratoria en Ciudad Juárez, donde murieron 40 personas y 27 resultaron heridas.
Garduño presentó obligado esta disculpa como una de las medidas de reparación del daño dictadas por un juez. Quedamos en espera de otras medidas para que sí haya justicia y garantía de no repetición.
La disculpa pública, si se percibe como sincera y genuina, puede ayudar a reconstruir la confianza en la autoridad, aunque esta es una tarea difícil que requiere acciones contundentes.
Por otra parte, el gobernador Pablo Lemus ofreció disculpa pública a familias de desaparecidos tras un primer acto revictimizante que realizó la fiscalía del Estado el pasado 14 de agosto. El gobernador señaló: “Venimos a ofrecer una disculpa pública y sincera por las omisiones, por la falta de respuesta y por la injusticia que desde hace 15 años ha marcado su vida y la de muchas familias”.
Las víctimas de desaparición son Dalia Guadalupe Cruz Guerrero, Luis Ramón Enciso Ramírez, Bernardo Sedano y Emilia Carolina Naranjo, quienes desaparecieron el 30 de septiembre de 2010 en los límites de Jalisco y Zacatecas.
Y añadió el gobernador: “Ninguna disculpa borra el enorme dolor ni tampoco devuelve el tiempo”, pero sí puede ser el punto de partida para reafirmar el compromiso de su gobierno con los colectivos de búsqueda y los familiares de víctimas de desaparición.
La disculpa pública actúa como una forma de reparación simbólica del daño causado, aunque no elimina el daño material; esto implica un compromiso público por parte de la autoridad de que los hechos que llevaron a la violación no volverán a ocurrir, y es un pequeño paso hacia la justicia, mostrando que las instituciones no solo responden a las crisis, sino que también asumen sus errores como acto sincero, y no un formalismo para calmar a la opinión pública.
Para Diego Enciso, hijo de Dalia y Luis Ramón, la disculpa “significa que su ausencia no se olvida, que su historia sigue viva y son recordados no solo por mí, sino por todos los que nos acompañan”.
Concluyendo, la disculpa pública es un acto de justicia que reconoce hechos, violaciones y responsabilidades, al tiempo que desagravia a las víctimas y se compromete, hacia un mejor porvenir en materia de derechos humanos.
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jl/I