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Estado profundo

El “Deep State” no es un gobierno paralelo, sino un sistema que corrompe y distorsiona las instituciones democráticas desde dentro

Peter Dale Scott

 

La campaña electoral de Donald Trump se distinguió, entre otras cosas, por la denuncia del “Estado profundo” (“Deep State”) que supuestamente existe en los sótanos oscuros del gobierno de los Estados Unidos, algo que se sitúa entre la fantasía, las fake news, la teoría conspiratoria o, tal vez, en algo real. Muchos autores –académicos, políticos y periodistas– han escrito sobre el tema. El nominado para dirigir el FBI, Kash Patel, también ha publicado un texto donde describe a los funcionarios gubernamentales como “gánsteres”.

El término “Estado profundo” se refiere a una teoría conspirativa que sugiere la existencia de una red clandestina de funcionarios gubernamentales, militares y miembros de agencias de inteligencia que operan de manera independiente o en contra de las políticas del gobierno electo. Según esta teoría, estos actores trabajarían para proteger sus propios intereses y agendas, influyendo en las decisiones políticas y en la dirección del país sin rendir cuentas al público o a los representantes electos.

No obstante, es importante diferenciar entre la teoría del “Estado profundo” y la realidad de que las instituciones gubernamentales tienen procesos complejos y burocráticos que pueden ralentizar o modificar las políticas propuestas por los gobernantes en turno. Esto no implica necesariamente una conspiración, sino más bien el funcionamiento de un sistema diseñado para incluir controles, frenos y contrapesos, propios de los equilibrios de las “ramas” del gobierno.

Ahora bien, el concepto no es exclusivo de Estados Unidos, pero en ese país ha ganado relevancia en los últimos años, especialmente en discursos políticos y mediáticos. En otros países, como en Turquía (Derin Devlet), asociado con la militarización del poder (Ergeneko); Pakistán, los servicios de inteligencia (ISI, Inter-Services Intelligence); Egipto, la vieja guardia de los servicios de inteligencia y del Ejército; Rusia, “Estado de Putin”, el FSB o la “siloviki”; Reino Unido, “élite invisible”, M15 y M16; Israel, el Mossad y el Shin Bet; y en Corea del Sur, chaebols (conglomerados empresariales).

De acuerdo con Mike Lofgren, a través del control de la información; esto es, las agencias de inteligencia y los medios de comunicación manipulan la información para justificar políticas o mantener el statu quo. También a partir de influencia en la definición de las políticas: los lobbies corporativos y los grupos de interés financian campañas políticas y redactan leyes que benefician a las élites. O también con la continuidad del poder político: cambian los presidentes y legisladores, pero el “poder profundo” permanece intacto, asegurando que sus intereses prevalezcan.

El seguro nominado de Trump, Kash Patel se ha distinguido por sus declaraciones contra el FBI y los servicios de inteligencia. Trump ha elogiado públicamente a Patel en varias ocasiones, describiéndolo como un “patriota” y un “luchador” contra el “Estado profundo”, que tiene como propósito de garantizar la lealtad de las agencias gubernamentales.

Ex abrupto: antes eran criminales o delincuentes, ahora son “generadores de violencia”; en fin, el leguaje neoprogre.

X: @Ismaelortizbarb

jl/I