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Un México violento
Porque nos la quitaron
Desde la primaria se nos han enseñado que un logro de la Revolución fue la Constitución de 1917 y que ésta presentó como sus columnas centrales los artículos 3 (educación), 27 (tierra, reforma agraria y predominio del interés público) y 123 (derecho al trabajo). Entre los mayores aportes del 123 se ubicó el límite a la duración de la jornada de trabajo. Sin embargo, este derecho solo se operativizó hasta la promulgación de la Ley Federal del Trabajo, en 1931, donde se estableció que la jornada máxima sería de 48 horas semanales.
Lo que hace casi un siglo era un precepto de avanzada fue quedando rezagado.
En 1931 concluía la segunda Revolución Industrial, con el auge de las cadenas de producción, el motor de combustión interna y la electrificación, las 48 horas semanales implicaban una estandarización del trabajo al tiempo que respondían a una demanda mundial de los trabajadores: ¡8 horas para trabajar, 8 horas para dormir y 8 horas para hacer lo que nos venga en gana!
Sin embargo, para este 2025 ya hemos vivido dos revoluciones tecnológicas más, la tercera en los ochenta, de la microelectrónica, robótica, nuevos materiales y biotecnología, así como la actual revolución digital, llegando a la inteligencia artificial. Las capacidades productivas de hoy son incomparablemente superiores a las de hace un siglo y en una gran diversidad de naciones las jornadas máximas de trabajo se han reducido a un rango de entre 35 y 40 horas semanales, incluyendo países con contextos similares al nuestro, como Ecuador, Chile y Colombia. Frente a las crisis de desempleo y precariedad, la reducción de las jornadas es una alternativa para ampliar el empleo, como se expresó en el lema francés para la aprobación de la jornada de 35 horas: Trabajar menos, para trabajar más.
El problema para los trabajadores ha sido la precarización del trabajo, incluyendo el deterioro del poder adquisitivo del salario, que en México fue extremo entre 1982 y 2017, y la necesidad de buscar fuentes alternativas de ingreso. Al “trabajar menos para trabajar más” se impuso el “trabajar más, para ganar más”, además de los tiempos de desplazamiento desde y hacia el trabajo.
En México se trabajan en promedio 2 mil 128 horas anuales y es uno de los países con menos días de descanso anual. Según la Unión de Bancos Suizos, a partir de 71 ciudades alrededor del mundo (incluida la CDMX), sólo en Hong Kong y en Bombay se trabajan más horas que en México, aunque en Hong Kong por salarios mayores y en Bombay con más días de descanso.
Pese a ello, al primer trimestre de este 2025, labora más de 48 horas semanales 25.4 por ciento de la población ocupada de México. 12.9 lo hace más de 56 horas, el equivalente a una jornada de 8 horas diarias, sin un solo día de descanso, sobre todo en microempresas, enfrentando situaciones que impiden que el trabajo se desempeñe en mejores condiciones.
Reducir la jornada laboral máxima a 40 horas semanales es un imperativo ético, pero el diablo está en los detalles. Deberá ser de tal modo que se reduzca la desigualdad tanto entre los hogares como entre las unidades económicas.
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jl/I